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Chile Day: vitrina internacional y el telón de fondo.

  • Foto del escritor: CGEconomics
    CGEconomics
  • 16 sept
  • 4 Min. de lectura

El desafío es reconocer que la verdadera fortaleza del país está en las reglas claras, sostenibilidad fiscal y un marco que incentive inversión privada de largo plazo. Solo así, el relato que se presenta en espacios como Chile Day se consolidará en los hechos, reforzando la confianza en el país como destino estable y predecible para el capital internacional.


Carolina Godoy - Managing Director CG Economics & Strategy Leader We are Mef


Chile Day: vitrina internacional y el telón de fondo.
Chile Day: vitrina internacional y el telón de fondo.

Chile se presenta estos días en Madrid y Londres en el Chile Day, un evento que se ha convertido en la principal vitrina financiera del país en el extranjero. En estas jornadas se discuten las oportunidades de inversión en sectores como energía, innovación financiera, infraestructura y pensiones, y participan inversionistas globales, bancos y fondos con interés en América Latina. El objetivo es proyectar estabilidad institucional y reforzar la credibilidad del país en un contexto internacional de alta incertidumbre.


El momento de este Chile Day, sin embargo, no es trivial. El país llega a Madrid y Londres justo después de conocerse el Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre y en medio de la discusión del Presupuesto 2026. Son documentos que, más allá del relato que se quiera dar afuera, fijan el marco de las expectativas económicas internas. Allí radica la tensión: cómo compatibilizar un discurso de solidez institucional con cifras que muestran un dinamismo acotado.


Crecimiento con poco empleo


El último IPoM proyecta que en 2025 la economía crecerá entre 2.25 y 2.75%, mientras otras estimaciones apuntan a cifras cercanas al 2%, siendo números modestos en términos generales. Un aspecto que no ha pasado desapercibido en este informe es el deterioro del mercado laboral, donde el diagnóstico del Banco Central en el recuadro del IPoM es claro: el alza de costos laborales asociada a aumentos del salario mínimo y reducción de la jornada laboral, junto con la aceleración de la automatización, están afectando la dinámica del mercado de trabajo. La creación de empleo formal se vuelve más costosa y lenta, lo que amplifica el riesgo de que un bajo crecimiento deje a más trabajadores en la informalidad o fuera de la fuerza laboral.


Lo anterior, se evidencia en la relación entre crecimiento y empleo. Antes de la pandemia, bastaba con crecer en torno a 1.6% para que el empleo formal aumentara 1%. Hoy, en cambio, se requiere casi 3% de PIB para obtener el mismo resultado. La elasticidad empleo-producto se ha reducido estructuralmente, lo que significa que el mercado laboral responde menos al ciclo. Si el PIB logra expandirse 2.5% en 2025, se crearían unos 82 mil empleos formales en el mismo periodo. Con un crecimiento cercano a 2%, la cifra caería a unos 65 mil. En un país donde la fuerza laboral supera los 10 millones de personas, estas magnitudes son insuficientes para absorber nuevas incorporaciones. El problema no es solo crecer poco: es que ese crecimiento se traduce en cada vez menos empleo.


Presupuesto 2026: disciplina como condición, no como motor


La otra gran cifra del mes es fiscal. El proyecto de Ley de presupuesto 2026 se prepara con márgenes muy acotados. La discusión política girará en torno a recortes, reasignaciones y prioridades, en un contexto en el que se espera bajo dinamismo de ingresos por la misma debilidad de la actividad.


Lo central no es cuánto se reduzca o reasigne, sino cómo ese ajuste se traduce en credibilidad y en un terreno propicio para la inversión. Con multiplicadores bajos, el gasto corriente apenas mueve la aguja en el corto plazo. Lo que sí cambia la trayectoria es la inversión, y en particular la privada, que arrastra productividad, empleo y encadenamientos productivos de largo plazo. Ahí está el verdadero motor del crecimiento.

Estimaciones propias sugieren que un aumento de 1% del PIB en gasto corriente eleva la actividad en apenas 0.4 puntos porcentuales, mientras que la inversión privada lo cuatriplica, con 1.6 puntos. La diferencia es clara: no se trata de cuánto gasta el fisco, sino de qué condiciones genera para que el sector privado invierta.


Aquí es donde el Presupuesto 2026 adquiere relevancia. Un ajuste fiscal apropiado no solo contiene la deuda: al reforzar la sostenibilidad, reduce las tasas de largo plazo y mejora la percepción de riesgo país. Ese terreno más creíble es lo que permite que la inversión privada, nacional y extranjera, se active con mayor fuerza. En otras palabras, la disciplina fiscal no resta crecimiento, sino que abre espacio para que quienes invierten -los que están escuchando en Madrid y Londres - apuesten por proyectos de largo plazo en el país.


Credibilidad como ancla


Chile cuenta con activos institucionales que siguen siendo diferenciales en la región: Banco Central autónomo, un sistema financiero sólido y una regla fiscal que, aunque tensionada, sigue funcionando. Esos activos requieren nutrirse de consistencia entre discurso y cifras. Por esto, el riesgo no está en lo que se dice en Madrid o Londres, sino en la brecha entre ese relato y la realidad de un crecimiento que bordea el 2%, un empleo que responde cada vez menos y un presupuesto obligado a ser austero.


El desafío es reconocer que la verdadera fortaleza del país está en las reglas claras, sostenibilidad fiscal y un marco que incentive inversión privada de largo plazo. Solo así, el relato que se presenta en espacios como Chile Day se consolidará en los hechos, reforzando la confianza en el país como destino estable y predecible para el capital internacional. La credibilidad se sostiene cuando las cifras lo apoyan y ese es, en definitiva, el verdadero test de un Chile Day.


por Carolina Godoy

Fuente Ex-Ante


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